La Laguna reconoce como Hijos Adoptivos al profesor José Gómez Soliño y al pintor Manolo Sánchez 

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El Ayuntamiento de La Laguna ha celebrado este lunes el acto de nombramiento como Hijos Adoptivos del profesor José Gómez Soliño y del artista Manolo Sánchez, “dos hombres que a lo largo de su vida han demostrado su amor por esta ciudad, su entrega hacia la comunidad a la que pertenecen”, en palabras del alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, quien presidió el acto celebrado en el Salón de Plenos de la Corporación ante numerosos familiares y amistades de los homenajeados. 

“En realidad José Gómez Soliño y Manolo Sánchez hace tiempo que son laguneros de pleno derecho, han sido adoptados por La Laguna como sus hijos, y este acto lo que hace es oficializar esa relación filial, que tanto define a nuestra ciudad a la hora de acoger como propios a quienes vienen desde otras latitudes”, indicó el alcalde, quien calificó a Gómez Soliño como “un hombre que a lo largo de toda su vida se ha consagrado incansablemente al estudio, al conocimiento, tanto desde el ámbito privado como desde la esfera pública, y al bien de la comunidad en que habita desde hace medio siglo”. 

Respecto a Manolo Sánchez, fallecido el pasado mes de febrero, el alcalde lamentó que el homenajeado no pudiera recibir este reconocimiento en persona, “aunque con la certeza de que su legado queda entre nosotros” y recordó “su inteligente mirada” así como “su capacidad para descubrirnos esa luz tan especial que tiene La Laguna, protagonista de muchas de sus obras”.

En su intervención, el profesor Gómez Soliño recordó su llegada a Tenerife en el año 1973, para cumplir el servicio militar. Muy pronto conocería a la que se convertiría en su mujer, lagunera, quien lo invitó a conocer la ciudad el día de la Romería de San Benito. “Me encontré en primer lugar con un tipo de ciudad desconocido para mí: calles rectas, sin semáforos, y ese día también sin tráfico, por las que se podía pasear despreocupadamente. Casas mayoritariamente de dos plantas, con fachadas multicolores, ventanas de guillotina, y zaguanes por los que se dejaban entrever patios interiores con abundancia de madera. También una vegetación a la que no estaba acostumbrado. (…) Por si eso fuera poco, la ciudad estaba ese día inundada por grupos de personas con aires de fiesta, que vestían el atuendo tradicional, y marchaban en dirección a la parte norte de la ciudad”, relató. 

A raíz de aquella experiencia “llegué a la conclusión, que después el tiempo fue confirmando, de que los canarios son un pueblo muy sociable, amable y amigable (…) En las semanas que siguieron a aquella fiesta fui descubriendo otros atractivos no menos importantes de la ciudad. Descubrí, por ejemplo, que a los altos valores patrimoniales que la adornan, La Laguna añade un no menos destacable entorno natural”, explicó, “descubrí también que la ciudad contaba con una red de relevantes instituciones culturales”. 

“Pero sobre todo fui dándome cuenta de que La Laguna es una ciudad a escala humana. Les confieso que a mí la mayoría de las ciudades que conozco me abruman, me agobian, me agotan. (…) Aquí, por el contrario, encontré una ciudad con un ritmo de vida más pausado, con un fuerte sentido comunitario, y con un entorno natural que invita a los paseos meditativos y a la comunión del ser humano con la naturaleza. Y eso, amigas y amigos, refuerza nuestra salud, mental y física, y añade años a nuestras vidas”, aseguró el nuevo Hijo Adoptivo. 

“Aunque yo no nací en La Laguna, La Laguna nació en mí en aquel verano de 1973. Y desde entonces nunca he perdido la ocasión de proclamar urbi et orbe las bondades de esta ciudad, explicando su historia y mostrando sus atractivos a todas las personas con quienes me relaciono en el ejercicio de mis actividades. Y así seguiré mientras la salud me acompañe, contribuyendo en la medida de mis posibilidades a engrandecer esta ciudad como ciudad del trabajo, del estudio y de la ciencia, y como un referente cultural en el marco de la Macaronesia”, concluyó Gómez Soliño, no sin antes aportar algunas ideas para mejorar la vida de la ciudad, ya que, expresó, “soy de los que piensa que, en lugar de preguntarnos qué puede hacer nuestro municipio por nosotros, debemos preguntarnos qué podemos hacer nosotros por nuestro municipio, y actuar en consecuencia”.

En nombre de Manolo Sánchez intervino Cecilia Álvarez, amiga de la familia, quien dirigió su discurso al propio homenajeado, resaltando “que no se trata de un nombramiento póstumo, solo es póstuma la fecha en que se te otorga dicho reconocimiento”, y aseguró que el pintor “vivió con gran ilusión la noticia de que iba a ser nombrado Hijo Adoptivo de La Laguna y contaba los días (…) para que llegara este momento que hoy festejamos por él y para él”. 

“Aunque Manolo Sánchez nació en Santa Cruz de Tenerife, allá por 1930, su vida transcurrió entre las entrañables calles laguneras, entre sus rincones, entre su gente, entre la humedad de su aire y el calor de su hospitalidad. Fue Manolo Sánchez, un incansable pintor de sus costumbres ancestrales, un verdadero cronista de esta ciudad, guiado por su pluma y sus pinceles, por el color negro de sus dibujos y el colorido pastel de sus acuarelas”, relató Cecilia Álvarez. 

La relación del pintor con la ciudad “y salvar del olvido lo que ha sido nuestra cultura” fue uno de los temas principales de su intervención: “Casas y edificios con historia, nuestros conventos de clausura, calles y callejones, tejados, balcones, personas anónimas a las que inmortalizó en sus variados quehaceres de su vida cotidiana. La cercanía de su domicilio a la Torre de La Concepción, hizo que esté emblemático referente lagunero, se convirtiera para Manolo en su musa más inspiradora. (…) Se dice que las personas son del lugar donde esté su corazón y todos cuantos tuvimos el privilegio de conocerle, sabemos que su corazón estuvo y está aquí, en el alma de esta ilustre ciudad”, concluyó Cecilia Álvarez.

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